sábado, 5 de febrero de 2011

4 de Febrero, Solo Un Golpe Militar

El 4 de Febrero de 1992 era un día martes, trabajaba en Maracaibo y ese fin de semana lo pase en la ciudad, visite el anticuario de libros en la plaza Baralt, visite algunos amigos, vi alguna película en el cine. La ciudad estaba tranquila, el pueblo estaba en sus quehaceres habituales, no había nada que presagiara un golpe de estado, que de ocurrir tendría que ser una intentona alejada de todo apoyo popular, simplemente una aventura de un grupo de conspiradores que en reuniones clandestinas y solitarias decidieron por toda la población venezolana. A ese grupo aventurero no le importo  la muerte de un vecino poco conocido que esa noche del 4 de febrero no regreso vivo a su apartamento. 

Esos aventureros ahora tienen el poder conseguido como usualmente los venezolanos más viles lo han obtenido, usando la estrategia de la Guabina, hoy con dios mañana con el diablo sin que se arrugue ni surja un leve rubor en esas caras que traicionan la revolución socialista. Este señor, que admiraba a Pérez Jiménez, que lo visito y le rindió pleitesía en España, que se disfrazo de este luciendo en aquellos primeros desfiles de su presidencia el uniforme militar blanco de gala del Dictador, que gano las elecciones bajo la sombra  de la oligarquía caraqueña, que gobierna con militares que de la noche a la mañana se volvieron revolucionarios incorruptibles, pero muchos con mucho dinero. Ahora se vende como revolucionario socialista.

Ese hombre que nos asombro a todos con su delirio de comiquita, inventando un Juramento en el  Samán de Guere  haciéndolo ver como el paralelo del juramento del Monte Sacro. Hoy sus compañeros de Juramento están presos, en su contra, o siendo prototipo de sinverguenzura camaleónica. 

Se invento también un pasado heroico, un ancestro de kilates: Maisanta, héroe libertario de los llanos, en su fantasía. Sin embargo, este héroe no resistió al análisis histórico y sus cualidades se transformaron en iniquidades. Fue mejor su olvido.

Usa el  nombre de la libertad para secuestrarla y acorralarla, ha transformado al estado en el partido y al partido en el estado y por tanto limita nuestra libertad de opinar y de SER  mediante el chantaje económico. Hoy se ataca y destroza a cualquier venezolano a través de una maquinaria propagandista cuasi  fascista, en un régimen que usa el dinero del estado para perpetuarse y acosa el menguado financiamiento de ese 48% de venezolanos que no estamos conformes y que tenemos derecho a expresar nuestras opiniones.

El 4 de febrero fue un vulgar golpe de estado que no lo justifica ni Dios ni Bolívar, tal vez el diablo, o esos pequeños ángeles y demonios que pululan en la historia de la humanidad y que llenan a sus pueblos de atraso, odio y pobreza.

Venancio Loval